Es la persona más dulce que ha pisado la Fundación. En su andar pausado y silencioso nos atiende a todos con inmensa entrega y dedicación. Elsita llegó a la Fundación hace muchos años, siempre activa y diligente; sin embargo, un inesperado accidente la obligó a hacer una pausa en su vida. No fue fácil su recuperación, pero afortunadamente, después de muchos meses, logró volver recuperada, y para gozo de todos nosotros hoy nos sigue iluminando con su presencia. Gracias Elsita por tu bondad y tu entrega. Que Dios siga bendiciendo cada uno de tus pasos.