Historias de Amor y Futuro

JOSE ANTONIO GÓMEZ VARGAS

Profesional en Estadística

José Antonio —Antuco— llegó a la Fundación de la mano de su papá, tenía cinco años y estudiaba con su hermano en el colegio Nuevo Horizonte del barrio el Codito. La Fundación los acogió y al poco tiempo Antuco empezó a sobresalir por su rendimiento; su coeficiente marcaba una alta capacidad intelectual.

 

“Siempre me ha gustado estudiar, fui super aplicado y responsable”. Se veía la necesidad de ofrecerle una mejor formación académica, de esa manera fue postulado para la beca Paola Salas, y al ganarla pudo entrar, inicialmente, al Gimnasio Campestre Escalemos y al terminar la primaria obtuvo un cupo en el Colegio San Benito, auspiciado por el Colegio San Carlos.

Esta oportunidad José Antonio no la podía desperdiciar, se esforzó en ser el mejor estudiante y lograr mantener la beca. Cuando estaba cursando séptimo grado el invierno se llevó la casa en la que vivía con su hermano, su papá y su mamá. Se quedaron sin techo. La solidaridad de unos vecinos los amparó mientras la Fundación buscó recursos para ayudarlos con un arriendo temporal, mientras se podían levantar de nuevo las paredes de ese hogar. La situación económica de sus padres era precaria y no tenían la posibilidad de lograrlo. Finalmente, con la ayuda de padrinos, se logró reconstruir la casita y los Gómez Vargas recuperaron su hogar.
Un día, cuando tenía catorce años, muere su papá. Fue tal vez el golpe más grande de su vida, su papá era su apoyo, su sostén, su guía. Le quedan su hermano, su mamá y la Fundación. Poco antes de morir se hizo un video en el que expresa su tranquilidad por tener a la Fundación y donde le dice a su hijo que no puede dejarle nada material, pero le deja la educación, y que solo le pide a Dios que sus hijos sean gente de bien, buenos seres humanos.

"La Fundación cambió mi vida, la calidad humana marca muchísimo, las profesoras Elizabeth y Claudia fueron mis mejores maestras, Johnathan fue un hermano para mí; al faltar el viejo me resguardé en él, fue la imagen paterna que necesitaba. Y Fabiola, ella tiene un lugar especial y nadie se lo va a quitar nunca."

"Mi compromiso con la Fundación lo firmé el día que me dejaron entrar, la Fundación es mi segunda casa, si no es la primera. Me encanta venir, lo hago cada vez que puedo. Yo fui de la Fundación, soy de la Fundación y siempre seré y estaré para la Fundación, siempre contarán conmigo. "

Este video es el mayor tesoro de Antuco: “Cuando hay situaciones duras, lo veo y me ayuda mucho, me hace seguir”. Junto a su hermano comienzan a trabajar los fines de semana en un club de tenis recogiendo pelotas, con esto se ayudan para pagar los gastos de su hogar; siguen recibiendo todo el apoyo de la Fundación y así logra finalmente su grado como bachiller.

Antuco tiene claro que su mundo son las matemáticas, quiere enfocar su vida por ese camino; inicialmente quiere estudiar matemática pura, pero el costo de las universidades le hace replantear sus opciones. Una amiga le presenta el programa académico de Estadística de la Universidad Santo Tomás, y la Fundación busca los padrinos que puedan apoyarlo en este sueño.

Antuco tiene claro que debe ser el mejor estudiante. En sus palabras: “Si se presenta una oportunidad hay que tomarla, puede ser que no se presente de nuevo”. La Fundación consigue a los padrinos que pueden pagar sus estudios, y José Antonio logra hacer su carrera y graduarse como profesional en Estadística.

Por eso siente inmensa gratitud por cada una de las personas que lo apoyaron en los momentos importantes y a veces difíciles de su vida, agradece las palabras de aliento y de esperanza que recibió, agradece los abrazos y, de igual forma, da gracias por los llamados de atención que recibió porque considera que esa guía amorosa y segura es fundamental y necesaria para escalar y cumplir metas.

Hoy en día, a sus veinticuatro años, ya profesional y con un buen trabajo, Antuco está comprometido de corazón con la Fundación, quiere ayudar a los niños que necesitan de una mano para tener una vida mejor, para que no corran peligro en las calles, para que protegidos y rodeados de amor logren encontrar un futuro digno y lleno de esperanza, como lo logró él.
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