Este video es el mayor tesoro de Antuco: “Cuando hay situaciones duras, lo veo y me ayuda mucho, me hace seguir”. Junto a su hermano comienzan a trabajar los fines de semana en un club de tenis recogiendo pelotas, con esto se ayudan para pagar los gastos de su hogar; siguen recibiendo todo el apoyo de la Fundación y así logra finalmente su grado como bachiller.
Antuco tiene claro que su mundo son las matemáticas, quiere enfocar su vida por ese camino; inicialmente quiere estudiar matemática pura, pero el costo de las universidades le hace replantear sus opciones. Una amiga le presenta el programa académico de Estadística de la Universidad Santo Tomás, y la Fundación busca los padrinos que puedan apoyarlo en este sueño.
Antuco tiene claro que debe ser el mejor estudiante. En sus palabras: “Si se presenta una oportunidad hay que tomarla, puede ser que no se presente de nuevo”. La Fundación consigue a los padrinos que pueden pagar sus estudios, y José Antonio logra hacer su carrera y graduarse como profesional en Estadística.
Por eso siente inmensa gratitud por cada una de las personas que lo apoyaron en los momentos importantes y a veces difíciles de su vida, agradece las palabras de aliento y de esperanza que recibió, agradece los abrazos y, de igual forma, da gracias por los llamados de atención que recibió porque considera que esa guía amorosa y segura es fundamental y necesaria para escalar y cumplir metas.
Hoy en día, a sus veinticuatro años, ya profesional y con un buen trabajo, Antuco está comprometido de corazón con la Fundación, quiere ayudar a los niños que necesitan de una mano para tener una vida mejor, para que no corran peligro en las calles, para que protegidos y rodeados de amor logren encontrar un futuro digno y lleno de esperanza, como lo logró él.